El pasado miércoles, el Presidente de la República, también presidente del Psuv, se reunió con dirigentes de su partido (cuyas autoridades casualmente también ocupan cargos dentro del Gabinete) en una jornada de trabajo organizativo previo a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre. No hay que menospreciar la tarea titánica que implica para nuestros ministros participar en esas reuniones de trabajo en el partido, a la vez que ejercen sus cargos, un ritmo avasallante de trabajo para cualquier ser humano, casi sobrenatural.
A veces cabe preguntarse: ¿en qué momento van a sus despachos? ¿En qué momento gobiernan, controlan, vigilan, gestionan al interior de las sendas instituciones que dirigen? Si lo medimos con el ejemplo que nos dejó el ex gobernador de Miranda, ya sabemos en qué estado se encuentra nuestra Administración Pública nacional, gracias a esta suerte de gobierno-partido cuya frontera es cada vez más débil e imperceptible.
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Vale el momento para recordar que, más allá de las triquiñuelas legales, la mayoría de la población está decepcionada de tanta irresponsabilidad; no es justo que en un país donde la inflación se prevé que alcance 35% el Presidente de la República sólo se dedique a hablar de comandos de campaña como si su tarea fueran elecciones y nada más.
La Asamblea Nacional será un gran paso para reivindicar la representatividad de todos los sectores que hacemos vida en la sociedad venezolana, sin más exclusiones ni unipartidismo. A ella debemos apostar, la clave está en nuestra participación.