martes, 6 de abril de 2010

BOCHINCHE, BOCHINCHE

"Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche". No puede la mente sino trasladarse a esta frase emblemática de Sebastián Francisco de Miranda, luego de escuchar el anuncio dado por el presidente Chávez de decretar los días lunes, martes, y miércoles santos con la excusa incomprensible de ahorrar energía.

Para nadie es un secreto la crisis eléctrica que atravesamos, ni las cruentas consecuencias que sobre todo en el interior del país se pagan por este concepto; razones ambientales, pero sobre todo negligencia gubernamental para afrontar la realidad y tomar serias medidas al respecto son las causas principales que nos hacen vivir en la zozobra acerca de lo que pasará en el país si no llueve en los meses siguientes: hasta vigilias de oración se han organizado en Corpoelec como que si sólo la intervención divina fuera capaz de solventar lo que nos viene.

Por si los malabarismos y las improvisaciones no estuviesen ya a la orden del día en lo que al manejo de la crisis se refiere (horarios de racionamiento mal cumplidos, restricciones que parecen más bien una operación morrocoy del sector público, falta de coordinación e incorporación de todos los sectores de la vida nacional en el manejo de la contingencia, etc); en esta oportunidad, en pleno cierre del trimestre, y por ende de declaración del impuesto sobre la renta (Islr) al Gobierno no se le ocurre nada más que decretar feriado. Estamos en manos de un Presidente que maneja el país como si se tratara de su fundo personal: sin orden, ni planificación, a lo que su instinto se le antoje.

Cabe hacer una seria reflexión acerca de esta manera de gobernar sin norte ni visión, donde expropian por puro gusto, sin importar si es estratégico o no; donde van a la cárcel quienes el Poder decida sin ninguna causa justificada; decretan días feriados que al final no son aplicables. Basta con revisar la Ley Orgánica del Trabajo para ver las excepciones, y concluiríamos que esta decisión se convierte en un mero saludo a la bandera, que cuidado y no implica un mayor gasto de energía. Este atentado contra el progreso y la productividad del país, trabajando a favor de nada, es de las cosas más apátridas que en nuestra vida hemos de presenciar: la antítesis al interés nacional y al bienestar colectivo.