sábado, 24 de abril de 2010

¿Quién dijo que sería fácil?


Desde la constitución de la Mesa de la Unidad Democrática, en abril de 2009, se trazó una agenda temática cuyo objeto ha sido proponer una alternativa plural y amplia que busca brindar soluciones efectivas a los problemas que debemos enfrentar, en contraposición a un gobierno dedicado completamente a la politiquería y a la división de los venezolanos.

Amén de la pretensión de erigirse como referente en los espacios democráticos del país, a la MUD se le ha encomendado la tarea de establecer las reglas para la proposición de candidatos que representarán a, por lo menos, 50% de la población venezolana en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional del 26 de septiembre de 2010.

En la titánica tarea que ha tenido que emprender la Mesa, han tenido que conjugarse los siguientes ingredientes: las exigencias de un electorado ávido de una propuesta unitaria en torno a las candidaturas, aunado a un sinfín de aspiraciones (totalmente legítimas) por parte de militantes de partidos políticos y miembros de la sociedad civil. Por si esto fuera poco, debemos sumarles una lista de personas presas por motivos políticos que -dada su situación- han sido no sólo tomados en cuenta, sino priorizados como candidatos a diputados.

En un país normal, estamos seguros nada de esto ocurriría, pero dada la coyuntura que nos ha arropado estos años ha sido necesaria la cesión de espacios, aspiraciones y proyectos por parte de dirigentes y partidos políticos; todo esto como estímulo a un electorado que exige por parte de quienes hacemos política la construcción de un proyecto alternativo y unitario.

Ahora bien: ¿Alguna vez se dijo que esta tarea sería "fácil" e "indolora"? ¿Sabemos cuán complicado puede ser presentar un mapa de candidatos capaz de satisfacer plenamente a la mitad de un país? Nuestro día a día está repleto de ejemplos que pueden ilustrarnos los problemas que significa la representatividad en cualquier espacio, y la política no escapa de ello.

Más allá de resaltar y regocijarse en las fallas que en la Mesa de la Unidad Democrática se encuentran, se hace necesaria la incorporación y organización de los ciudadanos de cara a las elecciones del 26 de septiembre; no es poco lo que está en juego, apoyemos a los partidos en la consolidación y éxito de esta tarea.