jueves, 15 de abril de 2010

Malas compañías

El pasado viernes 2 de abril visitó por primera vez nuestro país el ex presidente ruso Vladimir Putin, quien vino a engrosar la lista de invitados que a lo largo de estos años de gobierno han desfilado por nuestra ciudad con la excusa de "estrechar lazos de cooperación binacional", en el marco de la diplomacia bolivariana.

En términos generales nada de diferente, en apariencia, tuvo esa visita como las que anteriormente han protagonizado las más variopintas personalidades del mundo internacional, quienes -atendiendo al principio de este gobierno- vienen a suscribir los acuerdos internacionales más inéditos de la historia venezolana.

La sorpresa vino después, cuando Putin llegó a Rusia y nos enteramos de que en el marco de su visita Venezuela adquirió más de 5 millardos de dólares en armas rusas, que vienen a sumarse a los 4.400 millones de dólares que anteriormente hemos gastado en armamento adquirido a nuestros proveedores rusos. Mientras más nos adentramos en los detalles del asunto, más nos sorprendemos: de esa "pequeña compra" de más de 5 mil millones de dólares, $2.200 millones son "fiados", lo cual implica endeudamiento e intereses sin que haya razón que justifique tal acción.

¿CON QUÉ SE COME ESO?

Lo mismo nos preguntamos millones de venezolanos sin que hasta ahora hayamos recibido alguna explicación coherente, capaz de justificar esa barbaridad de gasto militar, mientras que la calidad de vida del venezolano (inflación, aumento de los productos alimenticios básicos, ausencia de seguridad ciudadana) va en franco deterioro.

Es indignante saber que, mientras en el país la delincuencia porta armamento militar, no existe ningún tipo de censo o control del parque de armas que ha ingresado y se encuentra circulando; y por si eso es poco, aún seguimos ingresando más armas, como si fueran realmente necesarias en los momentos actuales.

Por allí dicen que la idea es convertir La Carlota en un museo de helicópteros. Quizá no sea así, pero la verdad es que allí yacen inmóviles e inútiles aeronaves rusas adquiridas anteriormente, mientras que alrededor de su eje se acentúan las muestras de deterioro de una ciudad y un país. Mayúscula ironía nos ha tocado presenciar.